Poesía y muesli

Últimamente he estado pensando en hacer del Bastión de los Sueños un lugar en el que iniciarse a la lectura de poesía, y es por eso que voy a dar bastante la tabarra con el tema. Y es que casi nadie lee poesía hoy en día, pero es una experiencia profunda, barata, y que puede tener repercusiones personales muy fuertes y enriquecedoras, así que ¿qué problema hay…?
El problema de la poesía es que es como muesli, y en nuestra sociedad nos acostumbran al fast food. Recuerdo que hace unos años visité un poblado hippie que hay en León, cerca de la frontera con Galicia, en la zona de El Bierzo. Hippies auténticos que habían decidido dejarlo todo e irse a la montaña a crear una comunidad libre en armonía con la naturaleza vivían allí, aparentemente muy felices. Casi todos eran gente muy culta y afable, y poseían todo el tiempo del mundo para charlar con nosotros, los visitantes. Comiendo un muesli con uno de ellos, y charlando, el hippie me explicó que el muesli era una comida difícil de digerir, muy lenta de comer, y que incitaba a la calma y a la conversación. Y era verdad: llena muchísimo y cuesta comerlo rápido, así que es necesario hacer pausas, y es ideal para establecer un diálogo relajado. Con la poesía, creo, pasa algo parecido: como el muesli, es más difícil de digerir y necesita más tiempo, más reposo, que la literatura convencional. Pero claro, nutre más, y es más beneficiosa y consistente, más pura.

Ahí va un vínculo a un poema de Celia que me ha gustado mucho, de su blog encuentros fortuitos: feliz cumpleaños.