Manifiesto Neo-Dadá

El dadaísmo es esencia de nihilismo, o la mierda que echas al café por las mañanas cuando no te quedan cereales. Lo comes y no explotas, o te vuelves cada vez más parecido a lo que no quisiste ser, porque te da pereza, te da pereza ir a la calle a buscar lo que de verdad quieres comer. Te da pereza, y por eso lees esto, aunque en realidad no te gusta, pero... ¿por qué dejarlo a medias? Es muy fácil correr, seguir corriendo sin preguntarte más, es vagancia, es pesadumbre... en vez de decidir, y recostarte en el sofá como quieres. Eso sería fuerza. El sofá sería voluntad. Sería voluntad. Pero la mierda en el café (como esto que lees, como el dadaísmo), no te ayudan, no te ayudan a cambiar; no explotas. Métete de una vez el cuchillo en la carne fláccida, ¡acaba con tu vida, pedorro!
¿Por qué? ¿Sabes por qué? Porque eres un puto coñazo, y lo sabes, y no eres capaz de entender más allá de lo que quiero decir. Quizás no eres tú, y sí soy yo. Entiende, entiende. O mándalo todo a la mierda de una puta vez. No leas. No leas. No hay solución definitiva, ni aquí ni en ninguna otra parte. Aquí sólo hay, en cambio, más allá del velo, una cuchilla que cae y corta, cae y corta, mecánicamente, como si matar fuese monotonía y no crimen. No revolución. Ya no hay libertad, no hay solución. Cómete el tazón con tu ración de porquería y saluda a cámara.