La mascarada
Aparentan ser personas corrientes, como nosotros. Pero detrás de sus gafas de sol no hay ojos, y bajo sus pantalones de tela no hay órganos genitales. No hay corazón bajo sus camisas, y detrás de sus sonrisas no hay humor. Duermen en centros privados a los que pagan por cada jornada que moran allí dentro, porque no tienen casa ni familia alguna, y no tienen tampoco pies. Sus zapatos esconden ruedas, y en realidad funcionan a tracción animal. Nosotros somos los asnos que les facilitan el desplazamiento de un punto a otro y, en nuestra estulticia, consentimos su corrupción, sus caras agrias y sus malos modales, y hacemos como si no supiéramos que por sus venas no fluye sangre, sino que su única materia constituyente es el dinero.
Los reconoceréis: en su oreja izquierda llevan pegado un teléfono móvil, en su dedo anular lucen un falso anillo, y siempre se manchan la corbata cuando, al mediodía, puntualmente fagocitan los consabidos dos platos del menú.
Los reconoceréis: en su oreja izquierda llevan pegado un teléfono móvil, en su dedo anular lucen un falso anillo, y siempre se manchan la corbata cuando, al mediodía, puntualmente fagocitan los consabidos dos platos del menú.
Comentarios: 3
Cuando en tu ir y devenir te cruces con estos abyectos seres, secuelas de los primigenios caciques, no les rehuyas la mirada: su aparente superioridad tan solo esconde una vida vacia; tu supuesta servidumbre para con ellos es solo un reflejo de su esclavitud hacia el dinero y el poder, sin ellos no son nada, nada en absoluto...
!!! Qué bueno! Tío, te superas (casi) a diario! Ja, ja! Hasta te perdonaré lo del cosmonauta!
Recien acabo de entrar a tu blog, J., decirte que tus textos me parecen soberbios, de una gran calidad, y en general me gusta el ambiente que se respira en la página. Mis felicitaciones desde el Perú.
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