Batman Begins y Sin City: miedo y corrupción

Batman Begins y Sin City tienen unas cuantas cosas en común: ambas son películas más que notables que continúan todavía en las carteleras españolas, las dos son adaptaciones de cómics, y he visto dos veces cada una de ellas (je, je: esta última no cuenta). Además de eso pertenecen a un mismo género (el fantástico), y contienen muchos elementos oscuros, incluida su ambientación. Y es que ambas parten de las atmósferas creadas por un grande del cómic: Frank Miller, especialista del género negro. Fue él quien creó originalmente los cómics de Sin City, y también algunas obras fundamentales dentro del mundo de la viñeta, como El retorno del señor de la noche (posiblemente la mejor novela gráfica sobre Batman y una de las mejores de la historia del cómic), o Año Cero, de la que parten algunas de las ideas para esta última película sobre Batman.



Ambos films suceden en ciudades donde domina la corrupción, y esa corrupción genera violencia, más corrupción… y miedo. Especialmente en Batman Begins, donde el miedo es uno de los ejes centrales de la película, y donde la reflexión que se establece sobre éste me parece uno de sus mayores aciertos, junto con la elección de los actores, y una primera parte tremenda.
Otro punto en común de los dos films es el reparto, no sólo estelar en ambos casos, sino muy acertado…



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En Batman Begins tenemos al mejor Batman de cuantos ha habido en la gran pantalla, interpretado por un formidable Christian Bale, que le da el tono justo al personaje. Liam Neeson es el villano perfecto, derrochando carisma y humanidad por los cuatro costados. Otro actorazo de renombre, Gary Oldman, reaparece reconvertido en un policía maduro y enclenque tan creíble como todos sus anteriores personajes. Nada más y nada menos que Michael Caine interpreta a Alfred, el mayordomo de Bruce Wayne, y es perfecto, por supuesto. Y luego está la sorpresa: el prometedor actor Cillian Murphy interpreta a un villano aparentemente anodino, el Espantapájaros, y lo convierte en un ser poliédrico y aterrador que protagoniza algunas de las mejores escenas de toda la película.

En Sin City el reparto no es tampoco para menos: Bruce Willis (de nuevo aquí, con su enorme carisma intacto), el camaleónico Benicio del Toro, la hermosísima Jessica Alba, el gran Rutger Hauer, o el inquietante Elijah Wood, entre otros, brillan con luz propia; pero sin duda el que se lleva la palma es Mickey Rourke, recuperado para fortuna de todos. Bajo kilos de maquillaje, encarna al personaje que se convierte en el verdadero espíritu de la película: Marv, un superhombre bravucón, feo, enorme, y aparentemente invencible. La historia que él protagoniza es la mejor, y su personaje también.

Para finalizar quisiera mencionar el trabajo ejemplar de los directores de estas películas: Christopher Nolan por un lado (ya no nos sorprende su saber hacer, pues en el 2000 ya había firmado la obra maestra Memento), y por el otro Robert Rodríguez, que quiso compartir méritos y añadió al propio Frank Miller como coautor, e incluso dejó dirigir una escena a su amigo Quentin Tarantino (la de Clive Owen y Benicio del Toro en el coche). Unos profesionales, vamos.