Inesperado

Inesperado es ver catapultado hacia ti mi texto, como objeto que alcanza el roce de tu tejido y se torna finalmente emoción. Es arte: querer que desde mi mente llegue el concepto a tu mente, buen lector, querer que te guste, que alcance tu nariz como una caricia inadvertida y que se cuele al fin por tu boca, para ser allí suspiro, el tuyo ante mi creación. Es arrogancia: querer exhibirme ante ti con mis palabras, como un pavo real, buscando tu asombro. ¿Cómo…? ¿Cómo lograr, sin embargo, tu asombro, sin saber más de lo que sé? Sí… quizás se logre siendo inesperado, lanzándose uno hacia el lector, pretendiendo ser energía transmutada; volcándose, siendo sólo el personaje de una ficción. Pero, ¿Cómo? ¿Cómo alcanzar ese límite, esa diáspora inédita que se extienda por tu atención, que agarre mi emoción de ahora y la convierta en fruta madura para ti? Sí, sí lo sé: se ha de ser árbol. Darte a probar el fruto… Y, por favor, acéptalo, cógelo y dale el mordisco. Verás que es jugoso: es el embajador de mi naturaleza. Muérdelo. Haz de mí tu plato preferido. Cocíname si quieres a tu gusto, y mézclame con otros elementos, buen lector, pero cómeme. Haz de mí un deleite interminable. Fagocita sin pudor mi esencia entera, y hazla tuya, si hayas en ello placer. Disfrútame. No te tragues el pelo.