La nube

En la nube, creí ver un atisbo de tu belleza. Pero no lo era: no era un atisbo de tu belleza lo que vi en la nube. Era la propia nube reclamándome su identidad, luciéndose y esforzándose por ser más bella y más nube, y no ser nada más ni aparentarlo.
¿Sabes?, era la nube, deformándose hasta dejar de ser tú por completo, provocándome terribles escalofríos con sus mudos espasmos.
Después vino el sobresalto: el espejo que yo pisara me trajo el reflejo preciso y, en el ángulo apropiado, vi durante un instante el costado de Dios, tras la nube. Se escondió con premura, pero yo vi lo suficiente, y sé que era él: él movía la nube como a una marioneta, él me mandaba los mensajes de odio desde los cielos. Todo lo que había creído antes sobre nosotros y sobre el mundo era mentira: sólo una parte de la gran mascarada ahora despejada por la enorme sonrisa muda tras la nube.

Texto (La nube) e imágenes (El sobresalto, y El sobresalto II: La nube): J.Álvarez, de El Bastión de los Sueños.