EL ENGRANAJE OXIDADO -Parte IV-

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Mierda. La segunda vez que veo a Lea y ya estoy colado por ella. Pasa por delante de mi mesa en el Night Star, y con una sonrisa cómplice me recuerda que está trabajando en el código cifrado que ha de entregarme para Jeff. El Gran Jeff… pienso en sus palabras, avisándome de que Lea es una seudo-autómata lista como el demonio:

-Si otros juegan a dos bandas, ella lo hace a tres, ¿me entiendes? Ándate con cuidado, porque la muy zorra nos venderá, Josh, eso no lo dudes –me dice el viejo-. Ya lo ha hecho. Y ahí entras tú, porque tienes que saber cuando tiene el material listo, y entonces ser rápido y silencioso como una puta descarga eléctrica. Pero cuidado con sus encantos, picha brava, que no hagan que te confíes ni una mierda o te joderá bien jodido. Quedas avisado.

Y lo que yo me pregunto es como puedo ser tan puñeteramente rápido y sigiloso con el idiota del pez gordo como compañero...

Lea desnuda, un dibujo de Kike Nolla para El Bastión de los Sueños.

La primera vez que la veo está de espaldas. Se agacha para atar el cordón del zapato del jefe, y parece ser toda una profesional en el asunto. Le pone dedicación, y por como mueve la cabeza arriba y abajo en silencio deduzco que asiente. En casa del Gran Jeff ese gesto significa que se acaba de formalizar un trato. Bueno, en realidad Él es un tipo más bien pequeño, y su nombre en realidad no es Jeff; pero si te dicen que el que mueve el cotarro se hace llamar así, aunque sea un viejo canijo y arrugado como una nuez, no lo dudas ni por un momento.
Lo primero que hace Él nada más verme es proferir una serie de insultos que ponen las cosas en su lugar; luego me invita a compartir unos gramos de un compuesto de amital, algún tipo de láudano diluido y nembutal, y el tipo va y se lo bebe con pajita como si fuese coca-cola. Lo imito por cortesía, y después acepto todo lo que me dice sin pestañear. No empiezo a flipar hasta bastante después de escuchar sus palabras y de que se me inyecten las instrucciones técnicas pertinentes.
Salgo a la calle envuelto en un entramado de cifras incomprensibles y de conocimientos esotéricos, sonriendo y tambaleándome como un borracho cualquiera en la jungla de neón de la noche. Aún no puedo creerme que el código que nos proporcionará la humanoide chupapollas pondrá en funcionamiento La Caja de los Signos. Creía que era sólo una leyenda del software callejero. No pensaba que nosotros abriríamos la caja de Pandora del Armagedón. Me cago en la hostia, hay alguien realmente importante y podrido detrás de todo esto. Sudo como un poseso sólo de pensarlo, y me meto una cápsula de K-12 en la boca, en un acto reflejo. No recuerdo ni cuando caigo desmayado, pero eso da igual.

Ilustración: Kike Nolla.
Texto: J.Álvarez (de El Bastión de los Sueños).

(Esta cuarta parte del relato El engranaje oxidado forma parte de un relato conjunto que podrá seguirse leyendo en las próximas semanas en las webs de Chico Viejo y Nada Blanca. Esperamos que os guste.)