Monstruos de hoy: 6

Pájaros oscuros

Lo mismo te tienen preso que de pronto te dejan ir y desplegar toda la energía de tus alas extendidas: recién puestos en libertad, me acompañan a la mesa un par de socios, sin contar al amigo Jack Daniels, presente en nuestros vasos igual que el cuerpo de dios en capa hostia. Llevamos gafas espejadas, recordatorio mutuo de nuestra permanencia empírica; y hablamos acaloradamente, ruidosos como pollos hambrientos en pleno verano, pero el negro igualitario que vestimos nos recuerda nuestra total sintonía y acuerdo. Mientras cacareamos sin moderación, llenamos la estancia de humo, armados con cigarrillos que sirven para desorientar al resto de parroquianos, que de nosotros sólo recordarán una confusa gestalt de sombras y ruidos.

La débil luz del lugar ha tratado sin éxito de alcanzarnos, pero finalmente se rinde a la tiniebla definitiva que despiden nuestros organismos, y languidece en silencio en un rincón como un borracho más. Somos los tres cuervos señalados, que por nosotros mismos llenamos hasta el borde la copa de petróleo de la primera facción de la orden, un conjunto de células interdisciplinares que prefiguran la creación con su único ojo compartido. Nosotros, a los que en breve se unirá el resto, integramos la cúpula; somos lo más alto que el yonki sueña alcanzar en su mayor colocón, lo que el aficionado a la ficción especulativa espera encontrar en su próxima lectura. Somos el cíclope, la tríada, la llave escondida en el baúl polvoriento. Y tú estás ahí, justo detrás nuestro. Brindemos por tal privilegio, mientras de fondo suena, ascendente como un amanecer, The Revolution Will Not Be Televised, de Gill Scott-Heron.


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