Frustrados pulpos dobles

Frustrados pulpos dobles como yo recorren las atestadas calles del ancho mundo. Son pulpos dobles porque poseen tentáculos de doble naturaleza: los que les comunican con su interior, y los que tienden al exterior para comunicarse con los demás.

Como yo, muchos otros pulpos dobles se sienten frustrados por la mala repartición de sus tentáculos: una infinidad enriqueciendo su interior, una suma irrisoria para entender y amar a los demás.

Ante estas carencias, numerosos pulpos dobles se alían en parejas, y establecen así relaciones simbióticas para afrontar como es debido lo arduo del ancho mundo que les rodea. Pero esta unión tiene grandes defectos, pues si uno de los posee muchos menos tentáculos externos que el otro, como suele ser común, éste gasta casi todos sus recursos comunicativos en fusionarse, y por lo demás sólo puede mirar hacia su alma, mientras que por el contrario el otro establece otras relaciones, que se transformarán inmediatamente en celos.

De esta manera, los frustrados pulpos dobles están condenados a seguir siendo frustrados pulpos dobles, por más que intenten unir sus esfuerzos. En el exterior reside casi toda la belleza (además de la propia) que desean contemplar, pero apenas nunca poseen suficientes tentáculos libres que les permitan hacerlo, y por eso continúan su introspectiva y penosa marcha de frustrados pulpos dobles, igual que hago yo. Y esa lenta e irreversible marcha no nos lleva a ninguna parte.


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